Origami extremo
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"Cualquier cosa puede hacerse con origami, desde aves e insectos hasta estents y telescopios espaciales. Todo es cuestión de matemáticas."
"No hemos alcanzado los límites de lo que el origami puede hacer –dice Jennifer Holland–. Ni siquiera podemos ver tales límites."
La hoja, sin cortes: incluso en su forma más
simple, el origami, arte de plegar papel, genera encantamiento. n estos días, este antiguo arte está
siendo revitalizado por otra forma de expresión: las matemáticas. Al describir
su funcionamiento matemáticamente y modelarlo por computadora, los origamistas
han brincado del papel al metal y al plástico, y de un juguete a la tecnología.
Creaciones plegadas han volado al espacio; algún día podrías alojar una de
ellas en tu arteria.
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“En términos matemáticos, se ha probado que es posible plegar casi
cualquier cosa”, dice el físico Robert J. Lang, ex trabajador de Silicon Valley.
“Básicamente, hemos resuelto cómo crear cualquier apéndice o forma”.
* Cada apéndice consta de una hoja suelta de papel plegada, y cada hoja,
como lo comprendieron los origamistas en los años noventa, utiliza una porción
circular, o un cuarto o la mitad de un círculo, del cuadrado original.
Entenderlo fue crucial, dice Lang, porque les permitió conectar el problema
fundamental –cómo planear pliegues que dieran una forma deseada a una hoja de
papel– con un enigma matemático de siglos de antigüedad: cómo meter esferas
dentro de una caja o círculos en un cuadrado. Aplicar la teoría les permitió a
los origamistas trazar diseños complejos con gran cantidad de pliegues y
encontrarles aplicaciones tecnológicas. Cuando un grupo de ingenieros que
diseñaba bolsas de aire para carros le pidió a Lang que ideara la mejor forma
de doblar la bolsa en el interior del tablero, él vio que su algoritmo para
insectos de papel haría el truco. “Fue una solución inesperada”, dice.
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No fue, sin embargo, la primera aplicación práctica del origami. En
1995, ingenieros japoneses lanzaron un satélite con un panel solar que se
doblaba en pliegues como mapa –modalidad de apertura rápida inventada por el
matemático Koryo Miura– para que cupiera en el cohete. Una vez en el espacio,
se abrió plano frente al sol. Desde entonces, Lang ha ayudado a diseñar la
lente de un telescopio espacial del tamaño de una cancha de futbol que se
pliega cual paraguas. Hasta el momento sólo existe un prototipo, pero incluso
este se desdobla hasta alcanzar unos cinco metros.
Los investigadores también trabajan en el otro extremo de las
dimensiones, creando cánulas médicas para apuntalar arterias abiertas, y cajas
hechas de ADN autoplegable, miles de millones de veces más pequeñas que un grano de arroz, para llevar medicamentos a células enfermas.
Por María Luisa Terrones
Por María Luisa Terrones
Por María Luisa Terrones
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